7) FORT FROLIC
b) Los discípulos de Cohen
Siguiéndole el juego a Cohen, nos adentramos en la camino que lleva a la Plaza Poseidón. Llegamos a un túnel congelado, literalmente congelado: hay escarcha y láminas de hielo por las paredes, incluso hay una papelera congelada. El cambio de temperatura es brusco y sufrimos algunos síntomas de hipotermia. Pasamos otra compuerta y llegamos a una estancia aún más fría que la anterior. Tanto es así, que nos quedamos paralizados, fruto de la congelación.
Estamos atrapados, en un estado de seminconsciencia, pero creemos distinguir la silueta de un splicer que nos habla. Es uno de los discípulos de Cohen:
"Supongo que el viejo ha decidido al fin enviar a alguien. Ese hijo de perra me ha dejado aquí para que me congele... Tengo una pose especialmente elegida para ti...".
Estas son las últimas palabras que recordamos antes de quedar inconscientes. Nos despertamos con una tremenda sensación de frío, pero ya no estamos paralizados. Esta vez ha ido por muy poco. ¿Lo hemos soñado o había un extraño ser que nos amenazaba?.
No tardamos mucho en descubrirlo: hay varias figuras de hielo que representan diferentes seres que hemos ido conociendo en nuestro "paseo" por Rapture, pero cuando nos acercamos a verlas con detalle, una de ellos nos ataca por sorpresa. Y no sólo ella: el resto de figuras se descongelan y vienen a por nosotros. No estamos en condiciones de combatir y sólo un milagro puede salvarnos. Apenas tenemos fuerzas para levantar el arma o lanzar alguno de nuestros plásmidos.
A unos metros de distancia, vemos unas bombonas semicongeladas. Tal vez sea nuestra única oportunidad: atraemos a los splicers y lanzamos fuego a dichas bombonas. La deflagración es tremenda, tanto que nos envía varios metros volando hasta que chocamos contra la pared. Pero hemos conseguido nuestro objetivo: todos los splicers están muertos e, incomprensiblemente, nosotros continuamos con vida.
Cuando nos acercamos a ver los cuerpos creemos reconocer al splicer burlón y Cohen nos anima a seguir con su macabra obra maestra:
"Eso ha sido tonificante. Ahí está el cadáver de Martin Finnegan. Sácale una foto y ponla en el cuadríptico. Me siento hinchado, como una futura mamá".
Tenemos que volver al atrio y poner la segunda foto en su marco. Sander Cohen no para de animarnos a continuar:
"Ya empieza a tomar forma... si... pero siempre habrá escépticos. Tú no dudas de mí ¿no?. Nunca he podido soportar a los escépticos".
Las palabras de Cohen nos inquietan pero ya estamos tan acostumbrado a oír sus locuras que seguimos adelante y volvemos, ahora sí, a la Plaza Poseidón. Es otra zona del Centro Comercial, con gran cantidad y variedad de tiendas y comercios de todo tipo.
Sólo hemos recorrido unos metros, cuando oímos una voz que nos resulta familiar. Es Cobb, otro de los discípulos de Cohen, al que hemos reconocido por alguna grabación que hemos encontrado. Parece estar discutiendo con alguien... o tal vez sólo.
"Mi colección está casi completa. Entonces veremos quién es el artista por aquí. Dile al viejo chalado que su música parece mejor de lo que realmente suena".
Las voces provienen de una tienda de discos, así que nos dirigimos hacia ella. Entramos en Discos Rapture... Parece no haber nadie, pero las voces nos han traído hasta aquí. Al fondo del local, hay un enorme cristal y una silueta sentada en un sofá contemplando el paisaje. A estas alturas, ya desconfíamos de todo, pero parece inofensivo. De hecho está muerto. El silencio que predomina en el ambiente nos permite oír las agujas de un reloj. Instintivamente nos alejamos y poco después se produce otra gran explosión. Empieza a entrar agua del Océano en la tienda. Es hora de marcharse de allí, pero la detonación ha volado las escaleras que nos han permitido llegar allí.
Un pequeño tubo de ventilación parece ser nuestra única opción. Cuando salimos de él, estamos justo en la entrada de la tienda, donde nos espera con un coctel molotov en la mano, el splicer que antes hablaba: es Cobb. Parecía muy valiente, pero ahora que lo tenemos delante trata de huir y sale corriendo, obligándonos a perseguirle por todo Fort Frolic. Cuando al fin acabamos con él, Cohen vuelve con una de sus estrambóticas apariciones:
"Era un verdadero canalla... y mi favorito. Pero creo que lo prefiero así. Saca su maldita foto, vamos, ¡Rápido!". Continúa: "Revoloteas por Fort Frolic sembrando muerte a tu paso. No eres una polilla, eres un ángel. Nunca he pintado un ángel... quizá debería...".
Estas últimas palabras de Cohen nos inquietan pero estamos tan cerca de salir de aquí... Ya tenemos 3 de las 4 fotos que nos pidió, así que volvemos al atrio y colocamos la penúltima en el marco correspondiente. Cuando nos disponemos a volver a la Plaza Poseidón en busca del cuarto discípulo de Cohen, éste parece sufrir otro de sus ataques de bipolaridad y se muestra agresivo:
"Ya van tres de cuatro... a qué viene ese gesto, no te gusta ¿eh?. No necesito que me juzgues... Ni tú ni nadie... Que te den... Que os den a todos los putos escépticos. Eso os digo a todos".
En ese momento comienza a sonar música clásica y varios alocados seres de "Mordor" se abalanzan sobre nosotros, incitados por un Cohen desatado. Cuando acabamos con todos ellos, vuelve el "loco" reposado:
"Siento lo de ese arranque. Tendrás que perdonar a un viejo estúpido su temperamento artístico. Ya falta tan poco para el nacimiento... Los dolores del parto pueden nublar el juicio y desatar las pasiones incluso de los espíritus más elevados".
Volvemos a la Plaza Poseidón. Hemos recorrido una gran cantidad de locales y, salvo algún que otro splicer sediento de Adam, no hemos encontrado nada de valor. Al fondo del pasillo hay un local que llama nuestra atención: Eve's Garden XXX. Parece... es un... yo creo que esto es... ¿un local de alterne?, ¿un club de striptease?. Pero las sorpresas no acaban aquí. Cuando entramos, volvemos a tener un encuentro con espíritus. Es una tal Jasmine Jolene:
"Vaya, pero si es el largo tiempo perdido de Andrew Ryan. Ven aquí, tigre... Creía que te habías olvidado de la pobre Jasmine. Pero me alegro de que no sea así... Lo siento señor Ryan, no lo sabía... No sabía que Fontaine tenía algo que ver con esto... Yo... por favor... por favor... no, no, no, no, nooo, noooooooo, no...".
La paranoia no acaba aquí. Justo en ese momento tenemos un flash mental y recordamos una foto de nuestra madre. Cuando despertamos (no sabemos el tiempo que llevamos allí), estamos dentro de una de las salas privadas del local. En la cama está el cadáver de Jasmine Jolene (lo sabemos por el diario que encontramos a su lado). Ella tuvo una relación con Ryan, incluso quedó embarazada, pero tuvo que vender a su hijo... y lo que vemos son los efectos de lo que ocurrió cuando Andrew Ryan se enteró.
Cada vez nos cuesta más recuperarnos de este tipo de desvanecimientos, pero oímos una voz en el exterior de la habitación. Es un splicer que está tomando copas y hablando, en principio, él solo... No parece estar demasiado sereno. Parece que ha bebido demasiado y está enojado:
"¿Qué pasa con el puto servicio por aquí? Quizá haga, ya sabes, algo. Las cosas que me obligó a hacer... a tomar por culo. ¿Quién se cree que es?".
Al movernos golpeamos una botella de cristal y el ruido asusta al splicer. Otra vez nos toca correr, pero su precario estado nos permite acabar con él con cierta facilidad. Cohen nos recuerda nuestra misión:
"Héctor Rodríguez: era un patán. Pero era enérgico. Saca la foto antes de que se reseque por completo".
De camino al atrio no dejamos de darle vueltas a todo lo que nos está pasando: Ryan, el embarazo, las visiones, los flashes que nos dejan KO... Por fin llegamos a nuestro destino y ponemos la última foto en el marco. Las luces se apagan y suena un redoble. El foco ha dejado de perseguirnos y está alumbrando la parte superior de las escaleras. Por allí aparece, entre confeti y una música triunfal, un splicer con una máscara de conejo. No cabe duda de que es Sander Cohen:
"Está conseguido... Déjame verlo... Dios mío... Dios mío... Dios mío... Dios mío... Es..."
Se queda omnubilado mirando la macabra obra que le hemos ayudado a completar. Tenemos que golpearle en el hombro para que salga de ese estado:
"Ah, verás que el camino a Ryan está ahora despejado. Salúdalo de mi parte... Oh si..., puedes quedarte con una de mis obras menores como recuerdo de nuestro tiempo juntos. Si te hubieras convertido en mi único y auténtico discípulo, podrías haber sido digno de mirar en el interior de la caja de mi musa más privada. Pero quien sabe si ese hombre ha nacido ya siquiera. Ahora vete".
Nos da un tónico y vuelve a admirar su, como él dice, "obra maestra". Creo que es el momento de marcharnos de allí. Cuando salimos del atrio y vamos hacia la batisfera, recuperamos la comunicación con Atlas:
"¿Qué te ha pasado? Llevo siglos intentando ponerme en contacto contigo. No importa. Será mejor que te des prisa en llegar a la batisfera y te dirijas a Hephaestus. ¿Quieres?. Ya es hora de ajustar cuentas con Ryan".
Entramos en la batisfera y ponemos rumbo a Hephaestus. ¿Podremos por fin acabar con todo esto y asesinar a Andrew Ryan?.
VIVA LOS VIDEOJUEGOS !!!
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHe eliminado el comentario porque no me había expresado bien. Al pinchar en "historia 15", en vez de llevarte a ese enlace te remite a " Historia 14"
ResponderEliminarGracias Aitor.
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